jueves, 24 de junio de 2010

Callar





Porque la voz es extranjera de recuerdos
y no abriga el insomnio que se aposenta entre las sienes.
Guardo el silencio más profundo de la palabra
porque entre jirones y céfiros cánticos
se traducen los besos.
Las olas de unas lágrimas que fueron mar
que fueron bendición, que lavaron el campo del alma
y se hicieron tormenta
luego, fueron caída sutil y de sereno continuo
garuando.
Me abrigo, con el manantial de tu piel
en el silencio de la aurora te reclamo.
En los encajes de los sueños azulados
recuesto mi cabeza y simplemente
traigo a mi presente tu nítida voz
el brillo gélido de unos ojos vivos.
Me adueño de mil mariposas pasajeras
y cientos de florecillas ingenuas
en el vuelo de los ángeles me arrullo
y en el silencio más prolongado
nombro y nombro, tu nombre
miro y miro tu estampa
que pasa sin decirme nada.
Y callar sigue siendo lo mismo
que soñar, que vivir, que orar
o nada.

Antonietta Valentina Bustamante

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